sábado, 16 de junio de 2012

MATEANDO

El viejo saca su silla baja a la galería. Mira hacia el monte de eucaliptus, respira profundo.
Ceba y chupa, ceba y chupa, hasta que el agua se enfría; entra a  calentarla y a veces vuelve a salir con una ginebra.
Perdió la cuenta de los años. Llama a los recuerdos mientras oscurece y las primeras estrellas lo saludan.
Cuando en el pueblo existían las cooperativas le fue comprando a su hija un juego de cocina de juguete, cacharro a cacharro. La Margarita se acomodaba en la galería a cocinar, harina, agua, unos fideos secos, polenta. Ríe el viejo.
-¡Y el gato se acostumbró nomás a comer ese menjunje! ¡Primero maullaba, pero después lo comía, como si fuera leche!- largó el viejo sus palabras hacia la retama que florecía en el enrejado y entró al rancho.

                                     (Marzo 2009. Ecunhi)

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