miércoles, 20 de noviembre de 2013

VIGILIA


Retumba el golpeteo desigual del bastón de mi abuelo por el pasillo, desde afuera me llega su colonia para después de afeitarse. Saboreo el chocolate que me regala todos los domingos y acaricio el relieve áspero de la tela de su saco. Abro los ojos: la habitación vacía.


                                                 Ecunhi Julio 2013

SEQUÍA

Toda el agua del río te bebías
era una fiesta
derrochaban y cantaban hasta las piedras.
Ahora duerme para siempre el camarón
descolorido en la corriente seca
están quietos el cielo y el arbusto
pájaros sedientos
agonizan en la jaula de tu mano.

                                    Ecunhi noviembre 2013 

VELOCIDAD: 3 TIEMPOS

I
La bala viene. Echo la columna hacia atrás en ángulo recto. Los brazos aletean, me sostienen contra el piso. Zafo, vuelta carnera al revés y me pongo de pié.
Empuño la invisible lapicera láser. Introduzco su rayo en el idioma, revuelvo, rebusco, recreo, reescribo. Hago un bollo con la hoja y la tiro al cesto.
Pienso de nuevo. La bala viene, columna atrás, aleteo, vuelta carnero, de pié empuño, escribo. Pienso. Bollo, cesto. Bala, columna, carnero, empuño, escribo. Pienso, bollo, pienso, escribo…

II
Marcha el móvil, filtra una estela de luz, avanza, toca y sigue, máxima aceleración. Hay vértigo en los postes del alumbrado: el ímpetu los arrebata, los arranca de cuajo y se vuelcan, horizontales, en el aire. Ya nunca serán testigos de ajenas alegrías, quieta vertical hundida en la vereda. En la oscuridad de la noche corren sus propias andanzas por la estela, en traje de fiesta iluminado.

III
La tormenta está lejana, retoza el invierno, remolino, hojas a los tumbos. Se deja llevar por el viento, desanda el espacio hacia atrás, enlaza formas conocidas. Rodea la casa con jardín, vuela alrededor. La calle de tierra es una cinta árida que lo ata y lo desata, y se vuelve río sonoro contra las piedras. La rama baja de ese árbol, esa tarde puro cielo, y ellos jugando en el pasto de la orilla. Todo va retrocediendo.
Las primeras gotas de lluvia rellenan las pisadas, borran rastros antiguos. Se va la casa, la calle, el río. El regresa empapado por la orilla.

                                                        Ecunhi junio 2013

  

SIEMPRE LA PALABRA


Un algo de la muerta
sobrevuela la sala.
Sus poemas
dicen amores
que es decir vida.

Invisible
del proscenio en el rincón,
goza luces y tormentas,
melancólica
encuentra un nombre
en el desierto,
dolorida
se nos va con un puñal
clavado en su dolor.

Pudo dormir y morir
en el vacío
y en la ausencia de Dios.

Su silencio, la palabra.

                                                
                                                      Ecunhi octubre 2013 

TIERRA FRÍA


Entra en la cabina de la nave. Frente al tablero de mando repite el código. Una luz indica la puerta en el techo. Empuja, no le dan las fuerzas, por el micrófono incorporado en la garganta llama a sus clones.  Entre todos alcanzan el espacio, ven la tierra. Es una pelota número cinco cubierta de nieve, todavía gira en su eje y se traslada. No vuelven, se quedan la nave.

                                                        Ecunhi Octubre 2013

MARAVILLOSO



Rodaba desde lo alto del cerro un tronco hueco. Al verlo, la enana, voló como un pájaro y se metió adentro.  Cierra los ojos y espera. El viento lo empuja hacia la cima y lo endereza.  Florece en primavera y en verano da frutos.

                                                   Ecunhi octubre 2013

PERSECUCIÓN


Corrió al parque y, bajo la vieja estatua al borde de la fuente, se escondió agachado. La espalda protegida, la mirada fija en el portón.  Volvió la voz en su cabeza. Para tapar ese taladro gritó  “¡Los mato a todos!” y disparó.
Llegaron tarde, estaba muerto.

                                                      Ecunhi octubre 2013

LIBELULAS


Se durmió el capitán y el barco encalla en las rocas. Escapan las mariposas como mujeres que se desplazan casi en bandadas. Desde el camino distinguen ventanales encendidos, se arremolinan.  Caen alegres al pozo de los cipreses desenraizados, y al sótano oscuro de telarañas, llegan cantando ¡tan femeninas!

Son almas desvencijadas. Alucinan con la belleza terca de sus opciones. Vibran, marchitas, la tecla deshabitada que las refrena, y el quejido largo de crines ralas, agudo, al aire. Representan gorjeos en movimiento, deliciosa violencia de los sentidos, hembras fantásticas.

El viento arrecia, el capitán despierta, no las encuentra. Naufraga el barco.

                                             Ecunhi Junio 2013 

ALBOROTO EN LA MALETA

                
En la séptima década elegir es un plomazo. Viene todo revuelto, objeto, escena, anécdota o lugar. Sale de la valija algún fantasma y espanta la noche.  Don Juan toma mate con Malena y un rockero musicaliza. Son personajes traviesos, de máscara y disfraz, cruzan épocas sin reloj, desenvueltos, atrevidos.
Hacedores de historias anduvimos las plazas y las ferias con la bolsa de las marionetas al hombro.  Ahora descansaba.
-¡Arriba! ¡Te convocan! ¡Qué nos vamos!- me gritan los muñecos y el taller amanece más alegre.
Camino con un grupo de jóvenes actores. Me dan, para llevar, el bulto más liviano, por respeto a mis hombros baqueteados.


                                            Ecunhi Abril 2013

EL LENGUAJE Y LA MIRADA

             

Olor a campo y a carnavales. Bajábamos bailando desde el monte, éramos cabras sueltas junto al abismo, tuve terror a crecer.
Al cabo de otros veinte años vuelvo en el ómnibus destartalado de siempre. Dos ojos negros me miran desde el pasado en equilibrio entre la bestia y los dioses. No cierra barreras la distancia, ensancha murmullos, mensajea sin conjugar a como caiga. Instala formas y presencias diferentes. Me protegen del desamor los dos ojos negros, captan lo oculto, tientan. Con voz ronca y texto de fácil borrar y subvertir, narran el paisaje íntimo sin metas, autorretrato del artista. El solazo da sobre la ventanilla y los asientos desvencijados odian los críos inquietos. El amarroteo del aire ensueña. Esos ojos negros hechiceros toleran despedidas, suavizan golpes.
¿Crecí? No sé ¿Le falta aterrizaje a la fantasía? De golpe frenada, carretea el ómnibus destartalado, llega a mi pueblo y confronta con el mundo.


                                              Ecunhi  Enero 2013

viernes, 21 de junio de 2013

LA DEMORA

                                

Brincan ágiles por laderas escarpadas, son cabras como aquellas de los cerros del terruño y el viejo, sentado en posición de loto en la pagoda japonesa, las mira y ve su propia vida sucederse de tropezón a salto mortal.
En la escuela del pueblo, la maestra, le había dado un planisferio, él se sintió habitante del mundo y guardó esa hoja como un pasaporte a las altas cumbres.
Después anduvo internándose por regiones y culturas diferentes, lo llevaron trabajo, amores, ganas de vagabundear. Recorría países arracimados en continentes. Cada tanto, en las estribaciones que el mapa amarronaba para indicar alturas, las cabras y él se descubrían antiguos conocidos y se deslizaban en polvaredas de tierra aquerenciada.
Ahora, en ese paisaje japonés, llegan lento a la cima en busca de paz y de alimento. El viejo, ya en su término, se despide de la vida como si se desprendiera. Las curvas del terreno y la vegetación lo envuelven, oye el silencio y al levantar la vista, en la copa de los árboles, unos ojos escondidos le ruegan que no se muera aún.  Son antiguos moradores de su planisferio, de la primer ciudad que conoció al principio de sus viajes.
Las cabras bajan al rastreo de pasto más tierno, él las sigue, al encuentro de los ojos que lo nombran.

                                                           Ecunhi Mayo 2013

EL REVES DE LA BARAJA

                

Es primavera en la comarca. Pasea la reina con su hijo pequeño, roza la mirada de un joven plebeyo. Bajo los arcos del palacio el guardián con galgos los observa. Vislumbra la sangre encabritarse floja de títulos y castas. Considera la paga y el crédito que se otorga al delator de algún desliz y ocupa su pensamiento el deseo de un puesto mejor remunerado. Mantiene a raya sus fieras.

Atraviesa el jardín, ávido, el guardián, acecha descuidos entre retozos y al hijo pequeño de la reina jugando cerca. Persigue, sin hacer crujir las asperezas del terreno.  Atisba desde el río y en un recodo encierra a los amantes, antes que la nieve de la pasión los aleje.  Despliega sus galgos para el asalto, les da la voz de alerta en un susurro.

El joven plebeyo esconde a su mujer detrás de un árbol, reluce el torso al aire, crece. El guardián ordena atacar, el joven silba largo y hondo. Las bestias dilatan el asalto, un estiletazo sonoro las penetra y reconocen el aliento. Viran y encaran al guardián, lo despedazan, jadeantes, satisfechas. 
El plebeyo alimenta a los perros del palacio, el viejo los hambreaba para la caza. 

                                              
                                        Ecunhi Mayo 2013

viernes, 26 de abril de 2013

NIÑO DE REFORMATORIO

inflado de batallas
te vigila un enanito musculoso
te mata la máquina gendarme
no serás estrella de cine
no tendrás convicciones
ni filosofía romántica,
un trovador feudal civilizatorio
robó tu historia
                   tus costumbres
                                  tu biografía

Ecunhi abril 2013

miércoles, 3 de abril de 2013


Viaje al despertar
cosas nubladas
desvian sensaciones
zurcen atajos
la gota escurre
luz y malvón
otro día no estás
     
         Buenos Aires 2/3/2013

lunes, 18 de marzo de 2013

SUENA SU VOZ

El último día de vacaciones lo vi en la playa sentado entre los médanos. De a ratos entonaba a desgano, en un lamento largo, las coplas de su tierra. Me acerqué. Se levantó y anduvo hacia el mar repitiendo la cadencia. Lo seguí. Pesaban los pies en la arena, dejaban huellas hondas. En la orilla se dió vuelta y nos miramos. Entró al agua, avanzó en la zozobra de las olas.
Una nube tapó el sol, el mar golpea, escucho la tonada.

                                                   Ecunhi Febrero 2013

jueves, 17 de enero de 2013

TURISTAS


                   I            
Un coatí escaso viaja en zigzag
sobre la rueda del huracán,
pasa el sonido
con ocho hormigas
y dos mosquitos.
Barren las alas, escalofrío,
raspa la escoba,
pincha la aguja.
En la parada,
bombo y tambor, hay terremoto.
Antes del brindis, pulso cordial,
masaje tierno, algo después.
Baile y caricias, toda la noche.
Van divertidos la sal y el ají
sienten la lluvia,
pican el código,
¡tocáme ahhh!
que se derriten.

 II
Clavo y oreja
suaaave
se enroscan,
sobre la goma que se desinfla.
Sos una línea de mis pulmones,
sos mi rodilla rombo y estaca.
Ya golpetea la muy redonda
y se detiene la pincelada de aquel paisaje.
Ya los viajeros, puro relax
bajo el calor, llegan mareados,
sufren soponcio, sed y resfrío,
piensan el humo.

                            Alicia Rajlin Ecunhi Octubre 2012

MICROCUENTOS


RESONANCIA
La grotesca figura de sus pesadillas le apoya el revolver en la sien. 



LA NOTICIA
El periodista amanece contra un cielo absoluto y encuentra titulo para su nota: “Un caballo charla con dos ladrones sobre próximo atraco a horrorosas fábricas de la ciudad.”



COLORIDO Y NEGRO RECTANGULO
Seducción carioca entre la mariposa de vuelo circular y el murciélago colgado de un rombo.


                                            Ecunhi Octubre 2012

RUIDOS DE UNA NOCHE DE VERANO

Por el entrechocar de botellazos
y ante la verdad de un mal sueño,
a las dos de la mañana,
María Recatada se resguarda en la terraza,
a la luz de un televisor
que algún vecino olvidó encendido, lee:
decirte sin excusas
la luna está tan cerca
y navega distraída
como si estuviéramos en Venecia,
se enfría tu comida preferida,
escapamos de la ley,
los conos de luz,
grillos, chicharras y petardos
contaminan la acústica.

Corta se arropa la noche, atropellada,
acolcha murmullos, aceite que se refrita, tacones,
miden y controlan los inspectores,
echan la bronca astrónomos domésticos
disfrutan el cielo en horario de estrellas
y alzan las cejas al escuchar un nuevo ruido,
el agua gotea en la canilla de la cocina.

Se interpone la pesadilla al sueño
llena de miedo la vida,
arranca un motor, contacto sin filtro,
de pocos recursos la vestimenta ahoga,
disuelve y sanciona la magia,
papeles y nombres falsos,
románticos, dormitan apacibles en la barca
a la orilla del río
sorpresa de lombrices.

Luces en la carretera dibujan el alma de la noche,
Benito el loco pasa montado en su asno, ruega,
no resiste su locura el sonar de las campanas de la iglesia
y el misterio de andar con huellas aplastadas
de cuerpos sin latido,
con caca de perro que se esquiva
o se lleva en la suela del zapato.

El no contesta el teléfono
tampoco ella lo contesta.
Fantasmas de zancudos se pudren al calor
en balcones, plazas y desiertos.

María Recatada pulsa el cuerpo
de Benito el loco y el asno,
la quijada y su mirada muerta.
Las bolitas ruedan en el techo
le decían ruido de las cañerías,
en el piso de madera
la mano negra y las cerezas crecen.

Horror al grito de los otros,
tragos, ingredientes y eventos con adecuado sonido de fondo,
distancian del mundo.
Encontraron el cadáver del muerto,
lo telecomunicaron por la radio del auto
y brindan a hurtadillas un loco menos.

Arde un rayo, el trueno transcurre
todo el camino que corre María Recatada a su casa,
cierra la puerta, no respira tranquila,
la ventana entornada, la cortina, la brisa,
fuente de toda maldad.

Mientras se bañaba intentaron entrar
vió moverse el picaporte y el chirrido.

Con miedo sale de la ducha, se resguarda  en la terraza,
ya suena la noche desarticulada,
caen al entendimiento las cosas cuando amanece,
el cráneo del asno,
la calavera de Benito el loco,
y el cuerpo de María Recatada
al trasluz en la terraza,
ahorcados, dicen, por mano propia.

                                          Buenos Aires, enero 2013