Se
durmió el capitán y el barco encalla en las rocas. Escapan las mariposas como
mujeres que se desplazan casi en bandadas. Desde el camino distinguen
ventanales encendidos, se arremolinan.
Caen alegres al pozo de los cipreses desenraizados, y al sótano oscuro
de telarañas, llegan cantando ¡tan femeninas!
Son
almas desvencijadas. Alucinan con la belleza terca de sus opciones. Vibran,
marchitas, la tecla deshabitada que las refrena, y el quejido largo de crines
ralas, agudo, al aire. Representan gorjeos en movimiento, deliciosa violencia
de los sentidos, hembras fantásticas.
El
viento arrecia, el capitán despierta, no las encuentra. Naufraga el barco.
Ecunhi Junio 2013
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