En el foso de orquesta la araña teje. La música la excita, desborda baba, se balancea, mide tiempo y pulso en el espacio. Brilla la tela en la penumbra. Se inquietan los músicos. El arpa intenta un paisaje sonoro. La araña anuda el hilo que por nada se rompe y sin embargo atrapa. Las notas suenan dóciles, se arpegian sobre el calado del tejido, las provoca la hebra de una trenza de voz y de silencio. Seductora, devana y entrelaza, sonríe la araña.
Ecunhi julio 2012
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